En América Latina todos hemos oído la leyenda de la Llorona. Su inquietante imagen ha perturbado las noches de más de alguno y se ha colado en las pesadillas de incontables generaciones de desdichados. Su historia es simple: Se trata de una mujer que por oscuros motivos arroja a sus propios hijos a la corriente de un río, en dónde los ve morir de forma violenta. Arrepentida, la dama comienza a tratar de rescatar los pequeños cuerpos de las aguas embravecidas pero es inútil: los chiquillos mueren y la mujer comienza a recorrer los caminos entre llantos y gritos de dolor, estremeciendo la noche hasta hoy en día. Nadie sabe por qué realizó este infame acto, la Llorona. Unos hablan de un amor contrariado que la llevó a la locura, otros de que la joven dama estaba sumida en la miseria y procuró a sus hijos una muerte rápida antes de la lenta agonía de morir de hambre. Las razones, sin embargo, no parecen tener importancia. Para nuestra mentalidad occidental una madre que ase
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