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Mostrando entradas de agosto 24, 2017

LA NIÑA QUE VENDÍA BESOS

Los labios de Diana Renata eran grandes, curvos y lisos y tenían el sonrosado color de las fresas maduras. Su lengua era húmeda como la sandía y suave como la niebla y su aliento exhalaba constantemente un aroma a menta. Todos en la escuela lo sabían porque cualquiera que tuviera cinco pesos podía comprobarlo. Diana Renata era vendedora de besos. Todas las mañanas, a la hora del recreo, se sentaba bajo el castaño que la protegía del bárbaro calor del sol y esperaba su clientela sin impaciencia ni vergüenza. Cinco pesos era el costo de un tierno beso en los labios. Diez pesos era el del mismo beso tierno, pero ahora con el valor agregado de que ella abrazaba al cliente. Por quince, abría tenuemente su boca para embrujar a su compañero con su aliento glaciar, y por veinte ella mordía los labios del afortunado. Sólo había un tabú para Diana Renata: el beso francés. La simple idea de tener en su propia boca la lengua de otra persona la asqueaba hasta el punto del vómito, as