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Mostrando entradas de agosto 4, 2019

LA CACERÍA (Final)

Ariel Escorcia detuvo el vehículo en medio de la carretera y se volvió hacia la bella mujer que fingía dormir en el asiento del copiloto. Su largo cabello negro caía sobre su hombro haciendo un contraste con la piel blanca de su rostro, su cuello y su amplio escote. Sin duda, era atractiva. Tenía las facciones de una modelo de revista, buen gusto en su forma de vestir y un maquillaje perfecto. Lo único que desentonaba en ella eran las esposas de metal plateado que Ariel había puesto sobre sus muñecas. −¿Dónde está? −dijo Ariel. La mujer fingió despertar y verlo a la cara con un gesto de sorpresa. −Oficial, no sé de qué está hablando −le dijo−. Usted me arrestó ilegalmente, sin orden de captura, y yo creo… −¡Silencio! −rugió Ariel, mostrando los dientes−. Dejémonos de mentiras, señorita Jaritza Torrez… Los dos sabemos que usted es la “Cazadora de Copacabana” y que tiene secuestrada a la detective Gema Rodríguez. Jaritza sonrió. −¿Y

LA CACERÍA (Partes 1 y 2)

LA CACERÍA 1 Santiago era un psicópata. Nadie lo sabía mejor que él. Desde niño, se había ejercitado en el siniestro arte de quitar vidas destripando los gatos del vecindario y practicando torturas horrorosas en los pajarillos que lograba capturar. Al llegar a la edad adulta, había decidido hacer el paso definitivo hacia su destino de monstruo perfecto, y empezó a asesinar mujeres a las que mataba de maneras aterradoras pero exquisitas. Pronto, todos los noticieros del país le empezaron a llamar “El Cazador de Copacabana”. Seudónimo que siempre consideró elegante y honroso para un buen psicópata como él. Probablemente se hubiera sentido feliz con el reconocimiento público de no ser porque otro asesino empezó a invadir su territorio. Las muertes del novato eran achacadas al “Cazador de Copacabana”, pero él sabía que nada tenía que ver con él. La diferencia más notable era que el otro “Cazador” mataba hombres, cosa que él consideraba de muy mal gusto. Sin embargo, de