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Mostrando las entradas etiquetadas como Relato

LA DEUDA (Relato)

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  A los cuatro años de edad, Andrea dejó de hablar. Ni los tratamientos más modernos, ni la psicoterapia más activa, ni las interminables sesiones de hipnosis habían logrado arrancarle una palabra después de aquel lunes funesto en que vio a su padre matando a su madre. El forense contó cuarenta puñaladas. El hombre, convertido en una bestia sin raciocinio, las había descargado sin vacilación primero sobre el pecho y el estómago, luego sobre el cuello y las piernas, para culminar con satánico deleite en el rostro de la mujer que había sido su esposa y su víctima por ocho años de un mal matrimonio que parecía un secuestro. Dicen que su padre también trató de matarla a ella. Cuando ya nada quedaba del rostro de su madre, levantó los ojos vacíos y miró a Andrea. Ella se había orinado sobre la alfombra y temblaba sin parar, pero entendió lo suficiente como para saber que si se quedaba ahí también iba a morir. Comenzó a correr a tiempo. Su padre, monstruo embriagado de muerte, se l...

ALGO SE ROMPIÓ (Relato de Julia Aráuz)

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Por  Julia Nayency Aráuz R. * Tenía un mes ya con una sensación que me oprimía el pecho. Algo no andaba bien. Comencé a sentir un dolor precordial, y aunque ya sabía que era por estar preocupada, no quería aceptar la realidad: ¿Qué es lo que pasó?, ¿Faltó algo a mí? ¿Di demasiado o di poco? ¿Cómo puedo resolver las cosas? ¿Puedo salvar algo de esto? ¿Estará él dispuesto? Cada amanecer que compartía a su lado era diferente y las noches no digamos, se habían vuelto tétricas, cada uno a su lado de la cama, los besos en mi espalda cada vez eran menos constantes, su mirada para conmigo ya había cambiado, su celular comenzó a tener contraseña y cuando hacíamos el amor comenzaba a sonar insistentemente y él ya no podía concentrarse, solo me miraba a los ojos.  Ahora entiendo que tal vez quiso decirme algo ese día. Los mensajes de buenos días, buenas noches, las llamadas, las buscaba por la mañana tras despertarme y nada. Todo lo que ya no había, eran como puñaladas p...

INFIDELIDAD (Relato Erótico?)

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Su marido la engañaba. Eso era indudable. Lo supo primero por el aroma dulzón que impregnaba sus camisas, antes que por los mensajes del teléfono y las excusas atolondradas que le daba cada viernes.  Durante meses rumió su frustración y su rabia, atrapada en el purgatorio de los celos, pero incapaz de hacer nada.  Así fue pasando el verano, y luego el invierno, y luego otro ver ano, y ella callaba, tan abnegada como una santa, hasta aquel sábado de su cumpleaños en que él se ausentó toda la noche por asuntos de trabajo en la oficina. Esta vez ella no lo perdonaría. Era hora de la venganza… pero, ¿cómo? No podía simplemente dejarlo por una sospecha infundada, ¿qué pensaría la gente si lo hacía? No, ella necesitaba la prueba fehaciente e indiscutible de que su marido había sido infiel, y se dispuso a conseguirla. Empezó a perseguirlo, sin prisa, pero con una tenacidad inclaudicable. Lo siguió cada tarde, saliendo del trabajo, intercambiando taxis, espe...

LA PROFESORA DE FILOSOFÍA (Relato)

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Dalila Madero tenía un cuerpo renacentista, lo cual es un eufemismo barato para decir que estaba gorda. Gorda pero no obesa, ¿eh? Un poco entrada en carnes, sin duda, pero no tanto como para ignorar su contoneo sensual y la suavidad que se adivinaba en su piel blanca. −Te distraes otra vez −me dijo−, ¿en qué piensas? −En nada. −Pues entonces vuelve a pensar en Camus. −¡Camus era un idiota que dice que deberíamos suicidarnos! −dije. Ella lanzó una carcajada y se pasó la mano por su largo cabello negro. −Se nota que no has entendido nada −se burló−. Camus no decía que la gente debía suicidarse. −Pero dice que la vida no tiene sentido… Y si nada tiene sentido, ¿para qué vivir? −Siguiendo esa lógica: ¿Para qué morir? Eso tampoco tendría sentido. Me callé. Era obvio que hablaba de cosas que no entendía.  La única razón por la que decidí realizar mi investigación acerca del baboso de Camus era porque quería estar cerca de ella: la hermosa profesora de filosofía de talla grande, ...

LA CACERÍA (Final)

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Ariel Escorcia detuvo el vehículo en medio de la carretera y se volvió hacia la bella mujer que fingía dormir en el asiento del copiloto. Su largo cabello negro caía sobre su hombro haciendo un contraste con la piel blanca de su rostro, su cuello y su amplio escote. Sin duda, era atractiva. Tenía las facciones de una modelo de revista, buen gusto en su forma de vestir y un maquillaje perfecto. Lo único que desentonaba en ella eran las esposas de metal plateado que Ariel había puesto sobre sus muñecas. −¿Dónde está? −dijo Ariel. La mujer fingió despertar y verlo a la cara con un gesto de sorpresa. −Oficial, no sé de qué está hablando −le dijo−. Usted me arrestó ilegalmente, sin orden de captura, y yo creo… −¡Silencio! −rugió Ariel, mostrando los dientes−. Dejémonos de mentiras, señorita Jaritza Torrez… Los dos sabemos que usted es la “Cazadora de Copacabana” y que tiene secuestrada a la detective Gema Rodríguez. Jaritza sonrió. −¿Y ...