LA PROFESORA DE FILOSOFÍA (Relato)

Dalila Madero tenía un cuerpo renacentista, lo cual es un eufemismo barato para decir que estaba gorda. Gorda pero no obesa, ¿eh? Un poco entrada en carnes, sin duda, pero no tanto como para ignorar su contoneo sensual y la suavidad que se adivinaba en su piel blanca. −Te distraes otra vez −me dijo−, ¿en qué piensas? −En nada. −Pues entonces vuelve a pensar en Camus. −¡Camus era un idiota que dice que deberíamos suicidarnos! −dije. Ella lanzó una carcajada y se pasó la mano por su largo cabello negro. −Se nota que no has entendido nada −se burló−. Camus no decía que la gente debía suicidarse. −Pero dice que la vida no tiene sentido… Y si nada tiene sentido, ¿para qué vivir? −Siguiendo esa lógica: ¿Para qué morir? Eso tampoco tendría sentido. Me callé. Era obvio que hablaba de cosas que no entendía. La única razón por la que decidí realizar mi investigación acerca del baboso de Camus era porque quería estar cerca de ella: la hermosa profesora de filosofía de talla grande, ...