La imagen superior nos muestra al Cometa ISON en todo su
esplendor durante los días previos antes de llegar al momento decisivo. Todos
los amantes de la astronomía estábamos expectantes ante la duda de si
conseguiría o no superar su perihelio.
Pero no pudo ser, el cometa ISON no superó su acercamiento
al Sol en la tarde-noche del día 28 de noviembre. Las posibilidades eran
escasas pero los que hemos seguido la evolución de este gran viajero de hielo y
polvo teníamos alguna esperanza en que lo pudiera lograr… no ha sido así y lo
único que ha quedado de él han sido algunas trazas de su larga cola.
A pesar del gran chasco que ha supuesto para los amantes a
la observación astronómica, hay que tener presente que la trayectoria de ISON
le acercaba demasiado a la estrella.
Si tenemos en cuenta que el diámetro del Sol es
aproximadamente de 1,4 millones de kilómetros, el cometa ha pasado a una
distancia del borde del Sol similar a ese diámetro, exactamente a 1.8 millones
de kilómetros… La cuestión estaba muy ajustada.
¿Qué supone pasar tan cerca del Sol?
Un paso tan cercano a la estrella suponía soportar tres
inconvenientes básicos.
El primero la gran fuerza gravitatoria del Sol que ocasiona
unas enormes fuerzas de marea que fragmentan el núcleo del cometa. El segundo
las altas temperaturas que superarán los 2.000 ºC y que han sido demasiado para
un objeto celeste que, no lo olvidemos, está compuesto fundamentalmente de
hielo. Y por último, la intensa radiación solar que además se ha visto
incrementada porque en estas fechas el Sol se encuentra en su ciclo de Máximo
Solar.
Demasiado para un cometa de apenas 10 kilómetros, tal y como
hemos podido comprobar mediante los datos e imágenes recogidos por instrumentos
espaciales como STEREO o SOHO que han seguido durante estos últimos meses la
preocupante trayectoria de ISON.
ISON no será ya el cometa del siglo pero pudo serlo. Si
hubiera sobrevivido a su paso por el Sol nos hubiera regalado algunas de las
estampas más fascinantes de los últimos años. No será así, y los restos de
polvo que han quedado de su cola apenas podrán compararse al espectáculo que
nos hubiera brindado de haber superado esa peligrosa etapa de su órbita.
Todos los que hemos seguido durante estos meses las noticias
sobre ISON nos quedamos con la poco frecuente experiencia de haber sido
testigos del recorrido de uno de los objetos ancianos de nuestro Sistema Solar,
surgido hace más de 4.000 millones de años, que hace una semana finalizó su
viaje.
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