-¿Quieres tomar un trago esta noche? La voz de Emily White al otro lado de la línea telefónica ya no sorprendía a Samuel Home, pero aquella pregunta era tan inesperada e ilógica que por varios segundos se quedó sin poder responder hasta que Emily perdió la paciencia. -Si tienes otra cosa qué hacer –dijo-, mejor olvídalo. Adiós. -No, no, no, espera –gritó Home, antes de que ella le colgara el teléfono-. Disculpa. Claro que quiero salir. -Hay un lugar en la avenida Baudelaire, es un bar llamado El Gato Negro –explicó ella-. ¿Te veo a las ocho? -Por supuesto, a las ocho… Oye, ¿qué has sabido del “Vampiro de Nueva Jersey”? ¿El FBI tiene el caso? -No, es un caso de la policía local –dijo White con fastidio-. ¡Por favor, Samuel, está noche me gustaría que tengamos la primera conversación donde no charlemos de sucesos paranormales y cadáveres descompuestos! -Lo siento, detective –rió Home-. Esta noche me portaré como un tipo normal. -Y algo más –dijo ella, a
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