Cristal Espinoza Gaitán es una de las jóvenes promesas de la
poesía nicaragüense. Leer sus versos es sumergirnos en una magistral sinfonía
de imágenes que nos hacen replantearnos la naturaleza misma de la realidad y de
nuestra propia percepción.
Porque, siendo sinceros, todos nos hemos hecho esa pregunta
en algún momento: ¿Qué es la realidad? ¿De verdad podemos estar seguros de qué
es lo real y que no?
La sociedad actual, en este psicótico inicio de milenio,
está experimentando cómo todo aquello que consideraba real se está viendo
modificado a velocidades vertiginosas. Hace treinta años las videollamadas,
comunicarse con alguien a través de un reloj, ser operado en el corazón por un
robot o enterarte de la vida de desconocidos con un simple click, eran
elementos de ciencia ficción. Hoy en día los jóvenes están despedazando los
viejos valores. Sistemas políticos, económicos, religiosos y filosóficos están
siendo derrumbados por el nihilismo moderno y por estos rebeldes chicos que se
cuestionan todo en todo momento.
Por eso la poesía de Cristal es tan actual, tan
contemporánea. Una poesía que sólo una joven podría escribir. Sus versos vienen
de un mundo interior dinámico, sumergido en los claroscuros, y con tanta fuerza
vital que no permite florilegios inútiles. Es una poesía que cuestiona los
límites mismos de lo real y lo onírico.
“Somos sombras”, dice Cristal, en su interesante poema
NOCTURNO, “somos sombras de humo y tabaco”. Y tal como lo expresan esos versos,
la poesía de Cristal se ha tomado la misión de demostrar que la realidad es una
sombra difusa, una especie de sueño o alucinación.
NOCTURNO
Somos sombras,
sombras de humo y tabaco
desperdicios, sueños ajenos
ilusión de sol nocturno
promesa de vuelo en cenizas
tinta
y poesía sin verso,
prosa cristalizada
silencios suspendidos en el tiempo.
Nada es sólido en este pequeño poema: Cada una de las
imágenes nos remiten a algo vago, intocable, inasible. La realidad no es algo
concreto, es sólo el cristal que pones ante tus ojos, una “ilusión de sol
nocturno”.
Otro poema en que vemos la inexistencia de la solidez es el
poema “Líquida”:
LÍQUIDA
He planeado
derretirme
trozar en pedazos mis huesos
vestirme líquida
absorbente.
Traslúcida
piel blanca
lunares tiñen
lo que soy:
imitación de agua
libre, encerrada
y pura.
¿Acaso no puedes ver ese cuerpo femenino convirtiéndose, por
arte de la poesía, en una esencia líquida, como un riachuelo de luz? El poema
de Cristal va guiando al lector, imagen por imagen, a una experiencia mágica,
pero al mismo tiempo irreal, o mejor dicho surreal.
Otro de los talentos de Cristal está en el poema en prosa,
hábilmente manejado, y en el que nos regala más de su talento para cuestionar
el mundo circundante. Uno de los que más me ha gustado es VÓRTICE:
"Los relojes
enlutan. La manecilla que marca segundos salta tres veces hacia atrás y los
minutos no avanzan; el tiempo se atora encapsulando en bolsillos huérfanos
paisajes hurtados de la pupila, casi ciega, que todo lo inventa".
De nuevo, la realidad no es algo concreto: El reloj puede
saltar hacia atrás, el tiempo puede atorarse y los paisajes encapsularse, pero
la frase que más me llama la atención es la última: “la pupila, casi ciega, que
todo lo inventa”... ¿Cómo podríamos estar seguros de cuál es la realidad si
nuestros sentidos la inventan?
Lo sorprendente es que Cristal Espinoza Gaitán, como
persona, está muy lejos de ser nihilista. Tiene fuertes creencias e ideales que
defiende a capa y espada, además de ser una persona que lucha por sus sueños y
por el bienestar de otros. Sin embargo, la Cristal Espinoza, poetisa, es más
evanescente, más imprecisa, más informe, porque tiene que serlo para
jugar con los signos de una realidad cada vez más extraña, una realidad que
podría ser sólo algo opcional.
Definitivamente una poetisa que vale la pena leer y que
esperamos nos regale un libro pronto. He aquí otros tres poemas en prosa, para tu
disfrute:
Escena
Te siento cerca, pisando mi sombra, robando mi luz; – me aquieto –
actúo la escena construida para las noches a solas. Es hora de borrar
septiembre, arrancar cada número de sus 30 días, comerme el 31 y dibujarte,
preservarte para el final.
Espacio
Debiste ser un mueble, esperar en casa como un parche que cubre viejas
heridas en la pared; con extremidades de metal y caucho en tus tobillos, voz
silente, ruido torpe al chocar contra ti, intentando atraparte. Pero obstruyes
el aire, colgándote de los átomos de oxígeno que merodean el espacio converso.
Saturación
Encontré una silla virgen en la mesa de un bar. El hielo captaba en su
núcleo necrosos microorganismos culpables de indiscretas voces. Desdibujaba el
humo flácidos croquis, saludos y besos se extraviaron alojándose debajo de
zapatos.
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