-¿Cuánto tiempo tardaré en aprender a tocar la guitarra? –preguntó Eliza.
-Depende de lo que consideres "aprender" –replicó Samurái, mientras regaba agua en el rosal-. Tocar mediocremente lleva mucho menos tiempo que tocar de forma excelente.
-Está bien. Lo preguntaré de otro modo: ¿cuánto tiempo tardaré en tocar perfectamente?
-Eso dependerá de ti –dijo Samurái.
-Pero, ¿no puedes decirme cuánto tiempo?
Samurái puso la regadera a un lado y se sentó frente a Eliza.
-Déjame contarte una historia –dijo…
“Hace mucho tiempo, en Japón, un gran maestro samurái recibió la visita de un joven. Era un chico de unos veinte años y de complexión fuerte.
-Oh gran maestro –dijo el joven-. Te ruego que me permitas ser tu discípulo y aprender a tu lado a manejar la katana.
-Muy bien –dijo el maestro-. Puedes ser mi discípulo.
El joven se sintió muy feliz por la respuesta del maestro pero todavía tenía una duda en su corazón.
-Oh maestro –dijo el joven-. Mi padre es muy viejo y deseo que antes de morir me vea convertido en un fuerte samurái. ¿Puedes decirme cuánto tiempo tardaré en aprender a manejar la katana?
-Diez años –respondió el maestro.
Al joven esa respuesta no le satisfizo.
-Maestro –dijo el joven- ¿y si entreno con fuerza? ¿y si dedico todo mi tiempo a entrenar con mi katana? Si hago todo lo posible: ¿cuánto tiempo tardaré?
-Treinta años –dijo el maestro sin alterar su voz.
-Usted se burla de mí –dijo el joven, un poco molesto-. Antes dijo que eran diez años y ahora dice treinta… Por favor maestro no juegue conmigo. Yo estoy dispuesto a entrenar noche y día, no dormiré ni comeré, me consagraré totalmente a sus enseñanzas. Si hago esto: ¿Cuánto tardaré en ser un samurái?
El maestro lo miró con tristeza.
-Si haces lo que acabas de decir no serás un samurái nunca.
El joven se sintió desconcertado pero el maestro le siguió explicando:
-Cuánto más tratas de alcanzar un objetivo velozmente más se aleja de ti porque la energía que consumes con tu prisa no se repone con facilidad. Busca tus objetivos sin prisa pero sin rendirte, con ardor en tu alma pero con calma en tu mente, y al final lograrás lo que te has propuesto”.
-Es una historia muy bella –dijo Eliza.
-Me alegro que te gustara –dijo Samurái, con una sonrisa.
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