Se dice de los Chaneques que son una especie de duendes, espíritus elementales o demonios, que se encargan de proteger los bosques y selvas de México.
Su leyenda parece surgir de la mitología totoneca y los conquistadores españoles le agregaron todas las características de los duendes europeos que eran extraños a la cultura precolombina.
Resultado de esa unión de elementos mitológicos, ahora se cree que los Chaneques son seres que se disfrazan de niños para secuestrar a menores de edad, hacer travesuras o perder a los caminantes en el bosque.
De hecho, hoy en día, en pleno siglo XXI, aún se dice que, en las regiones de Tabasco y Chiapas, estas criaturas son terriblemente peligrosas.
En la región de Los Tuxtlas se cree que hay cheneques buenos y malos. Los buenos son seres sociables, que se casan entre ellos y tienen comunidades en sitios inhóspitos. Los malos, sin embargo, son criaturas malévolas que gustan de las travesuras y que pueden causar enfermedades cuando tocan a una persona (o sólo con el aire que ellos emiten).
Se les describe como enanos como pies al revés, rostros de viejos y hasta cola, pero también existen descripciones que los hacen lucir como simples niños.
Para evitar que estas criaturas secuestren a los pequeños (con quién sabe qué oscuras intenciones) las madres suelen ponerles a sus hijos amuletos como semillas de ojo de venado o ponerles la ropa al revés, lo que aparentemente les protege de las misteriosas actividades de los duendes.
En nahua, la palabra Chaneque parece ser parte de una frase que traducida es "morador de lugares de peligro".
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