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LA PRIMERA GUERRA CELESTIAL



La historia de la Primera Guerra Celestial es fascinante.

Sin lugar a dudas éste fue el primer conflicto bélico del universo y fue tan poderoso que el mismo Hijo de Dios tuvo que formar parte de los ejércitos que librarían combate en las regiones espirituales.

Nadie sabe la razón por la que el conflicto inició en primer lugar (el artículo anterior aborda algunas teorías) pero lo cierto es que fue una batalla legendaria cuyos ecos aun llegan a nosotros.


LA GUERRA EN LA LITERATURA BIBLICA


El libro de las Revelaciones nos habla de que el conflicto entre bandos fue brutal. Se desató desde los círculos más altos del cielo hasta las cumbres de las montañas más altas, sacudiendo los cimientos mismos de la Tierra. Según algunos mitos judíos, el ejército de Dios era comandado por Miguel (imagen del mismo Jesús), mientras el ejército rebelde de Lucifer era comandado por el demonio Belial, un poderoso ser oscuro del que hablaremos en otro artículo.

Los manuscritos encontrados en el Mar Muerto también nos hablan de la Primera Guerra en el Cielo. En estos libros se describe a los ángeles de Dios como seres puros y perfectos, cuyos corazones obedecían ciegamente la voluntad de su Creador. Por otro lado, los demonios valoraban mucho la libertad y la individualidad, por lo que, aunque peleaban juntos, cada uno era un individuo libre que actuaba según creyera necesario.

Eso al fin de cuenta es lo que muchos han valorado como fascinante de este relato: Fue una guerra entre la obediencia y la libertad, entre el amor fanático y el pensamiento racional, una guerra entre los conceptos de monarquía y anarquía.




¿LUCIFER SABÍA QUE IBA A PERDER?

Siempre me pareció imposible que los ángeles rebeldes en verdad creyeran que podían ganarle a Dios.

Dios es un ser omnipotente y por lo mismo invencible. Creo que Lucifer no sólo sabía que iba a perder desde el principio, sino que incluso lo aceptaba.

La guerra, por tanto, no era realmente para conquistar el trono de Dios, sino más bien como una forma de decirle al Jefe que ya no estaban dispuestos a seguir sus órdenes. Fue, al fin y al cabo, una rabieta adolescente, una forma de decirle al Creador: “Soy libre y ahora haré lo que me plazca”.

Idéntico pensamiento tuvo el poeta inglés John Milton (1608–1674) quién sugiere en El Paraíso perdido (Paradise Lost) que las Guerras Celestiales tuvieron un origen diferente, y que fueron provocadas por la negación de Satanás y sus aliados a arrodillarse frente a Adán como muestra de sumisión ante la criatura preferida del Señor.

Más adelante, también se sugiere que Satanás se sintió traicionado por Dios al mantener en secreto la existencia de su hijo, el Mesías, como vehículo para corporizarse en la Tierra a su debido tiempo.

Pero lo más interesante del aporte de Milton a la leyenda de la Primera Guerra Celestial es el discurso que Lucifer le dirige a sus demonios luego de la derrota que Dios les infligiera y luego de que los encerrara en el infierno.

Las palabras de Lucifer son:

“¡Legiones de espíritus inmortales! ¡Dioses con quienes sólo puede igualarse el Omnipotente! No dejó aquel combate de ser glorioso, por más que el resultado fuera adverso, como lo atestigua este lugar y este terrible cambio sobre el que es odioso discurrir. Pero ¿qué espíritu, por previsor que fuera, y por más que tuviera profundo conocimiento de lo pasado y de lo presente, habría temido que la fuerza unida de tantos dioses como estos, llegaría a ser rechazada? ¿Quién podría creer, aun después de nuestra derrota, que todas estas poderosas legiones, cuyo destierro ha dejado desierto el cielo, no volverían en sí, levantándose a recobrar su primitiva morada? En cuanto a mí, todo el ejército celeste es testigo de que ni las opiniones contrarias a la mía, ni los peligros en que me he visto han podido frustrar mis esperanzas; pero Aquel que reinando como monarca en el cielo, había estado hasta entonces seguro sobre su trono, sostenido por una antigua reputación, por el consentimiento o la costumbre, hacía ante nosotros ostentación de su pompa regia, mas nos ocultaba su fuerza, con lo que nos alentó a la empresa que ha sido causa de nuestra ruina. Ahora ya sabemos cuál es su poder y cuál el nuestro, de modo que si no provocamos, tampoco tememos que se nos declare una nueva guerra. Lo mejor que podemos hacer es fomentar algún secreto designio para obtener por astucia o por artificio lo que no hemos conseguido por la fuerza, para que al fin podamos probarle que el que vence por la fuerza, no triunfa sino a medias sobre su enemigo. El espacio puede producir nuevos mundos, y sobre esto circulaba en el cielo hace tiempo un rumor, respecto a que el Omnipotente pensaba crear en breve una generación que sus predilectas miradas contemplarían como igual a la de los hijos del cielo. Contra ese mundo podríamos intentar nuestra primera agresión, tan siquiera como ensayo; contra ese o cualquier otro, porque este antro infernal no retendrá cautivos para siempre a los espíritus celestiales, ni estarán sumidos mucho tiempo en las tinieblas del abismo. Tales proyectos, sin embargo, deben madurarse en pleno consejo. Ya no queda esperanza de paz, porque, ¿quién pensaría en someterse? ¡Habrá guerra! ¡Guerra franca o encubierta es lo que debemos determinar!”


John Milton, El paraíso perdido (Paradise Lost)




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Comentarios

  1. Respuestas
    1. Si mi hermano es bueno adquirir conocimiento, pero de que sirve si es terrenal, animal, diabólico y sobre todo no viene de Dios.
      Sigue así ama al señor y que el buen Dios te bendiga y acompañe.

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    2. 1. Dios en su esencia es Amor
      2. Dios creo los infiernos para que habitaran los demonios y angeles caidos
      3. Dios es omniconciente, lo sabe todo antes que ocurra,
      Por esta y otras razones, Satanas y los demonios mas poderosos sabian que aunque hicieran una guerra Dios no los iva a destruir, solo los hara contener. Dios ama todo lo que el a creado, lo meresca o no!

      Eliminar
  2. Con la primera de las guerras.... Entre los Ángeles y Demonios, que para aquel entonces, todos tenían la misma esencia. Que en las escrituras sagradas no hablan del motivo por el que comenzó... Pero la razón fue la creación que hoy conocemos.
    Unos querían las virtudes que se le concedió a la humanidad y otros querían salva-guardarla a una distancia prudencial.
    La "sangre" recorió el universo y el mismo creador quedo consternado por la fiereza de sus "hijos"... Así que concedió el deseo a unos y a los otros les quiso dar una lección.
    A todos los caídos en la batalla, absolutamente todos, los reencarnó. Para que pudieran elegir de nuevo su camino.
    Pero al estar hechos de materia primicia, no podría concederles un espíritu propio.
    Tendrían que aprender siguiendo las reglas estipuladas del libre albedrío y someterse a las mismas condiciones de aquellos hermanos pequeños.

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