La segunda guerra celestial fue mucho menos brutal que la
primera pero desató una serie de eventos que finalmente desembocó en el Diluvio
que casi extermina a la Humanidad.
Una serie de elementos la diferencian de la Primera Guerra. En
primer lugar, no se desarrolló en las luminosas planicies del Cielo, frente al
trono mismo de Jehová, sino que se desató en un mundo nuevo llamado la Tierra.
En segundo lugar, esta guerra no fue liderada por Lucifer, sino por un ángel
casi desconocido llamado Sansaya.
En tercer lugar, estos ángeles no se rebelaron contra Dios
debido a que deseaban ser libres y pensar por sí mismos (un motivo hasta cierto
punto noble y comprensible) sino que desobedecieron a Dios para poder tener
sexo con las mujeres humanas, por lo que el motivo original era la simple y
vulgar lujuria.
Pero vamos por partes.
¿CÓMO SABEMOS QUE HUBO UNA SEGUNDA GUERRA CELESTIAL?
La Biblia menciona en el libro de Génesis que un grupo de ángeles renegados dejó su
misión espiritual y bajaron a la Tierra para tener sexo con las mujeres… No
obstante, no menciona que se desatara una segunda guerra celestial por esto.
Para encontrar mayor información debemos recurrir a un libro
antiguo y maravilloso que no fue incluido en la Biblia porque su mensaje era
extraño y peligroso: el Libro de Enoc.
El Libro de Enoc (o Libro de Henoc, Libro de Enoch) es un
oscuro libro apocalíptico aceptado como canónico por la Iglesia Copta y negado
por todas las demás. Se piensa que fue compuesto alrededor del siglo III a.C.
¿Quién era Enoc (Henoc, Enoch)? Nada menos que el abuelo de
Noé, el constructor del arca, testigo de antiguas y extraordinarias historias,
a menudo sombrías y siniestras, que involucran a los ángeles en una guerra casi
desconocida. Pero no nos adelantemos.
¿QUIENES EMPEZARON LA GUERRA?
Luego de la batalla contra Satanás, el Cielo y la Tierra volvieron
a estar en calma. Todo parece indicar que Dios creó un grupo de ángeles
llamados los “hijos de Elohim”, o “hijos de Dios”, que también recibieron el título
de Vigilantes.
Estos seres espirituales tendrían que cuidar el mundo de la
Tierra y a la Humanidad pero cuando vieron a las mujeres humanas sintieron
ganas de tener relaciones sexuales. De estas locas orgías de Vigilantes y
mujeres (según lo dice el libro del Génesis en la Biblia) nacieron los
gigantes, también llamados Nephilim.
Poco se sabe de estos extraños ángeles lujuriosos y cachondos,
excepto que eran alrededor de doscientos.
El libro de Enoc dice:
“...Samyaza era su líder, Urakabarameel, Akibeel, Tamiel,
Ramuel, Dan'el, Azkeel, Saraknyal, Asael, Armers, Batraal, Anane, Zavebe,
Samsaveel, Ertael, Turel, Yomyael y Azazel eran los prefectos de los doscientos
ángeles, y el resto eran todo con ellos”.
SE DESATA LA GUERRA
El libro de Enoc dice que los Vigilantes descendieron como
un viento y se vistieron de cuerpos hermosos para atraer a las mujeres (menudos
angelitos de la guarda), de esta forma lograron saciar sus apetitos y
engendraron a los violentos seres llamados Nephilim.
El libro de Enoc nos cuenta de sus maldades:
“Ellos devoraron todo el trabajo de los hombres hasta que
estos ya no alcanzaron alimentarlos. Entonces los gigantes se volvieron contra
los hombres y los devoraron, y empezaron a pecar contra los pájaros, contra las
bestias y los peces, a devorar unos la carne de los otros y a beber su sangre.
Entonces la tierra acusó a los violentos por todo lo que se había hecho en ella”.
Harto de este comportamiento Dios le ordena al Arcángel
Miguel que reúna el ejército que enfrentó a Lucifer y que salga a atacar a los
Vigilantes. Miguel no dudó en cumplir la orden. Salió del Cielo guiando a su
ejército luminoso. A su derecha iba Sariel (Uriel), a su izquierda Rafael, pero
Gabriel no combatió, como en otras ocasiones, se limitó a llevar noticias del
frente a las filas que aguardaban en la retaguardia.
La Segunda Guerra de los Ángeles, así lo asegura el Libro de
Enoc, fue breve y despiadada. Los Vigilantes y sus hijos, los Nephilim, fueron
vencidos por las espadas flamígeras forjadas en duro acero divino, y, sobre
todo, por la mirada encendida de Miguel, cuyo fulgor y violencia quemaron a los
rebeldes.
Los Vigilantes fueron encadenados a la Tierra. Dios no los
convirtió en demonios como a los primeros rebeldes pero fueron degradados a “ángeles
caídos”, un título que significa que no eran ni siervos de Dios ni siervos del
Diablo.
Los Nephilim, es decir los gigantes, sí fueron exterminados
por los ejércitos del Cielo, sin embargo parece que eran muy duros de matar,
hasta que el punto que Dios decidió enviar el Diluvio para terminar con ellos y
con la Humanidad pecadora.
¿Crees que esta medida extrema acabó con los gigantes? Para nada.
Mucho tiempo después del Diluvio los israelitas tuvieron que enfrentarse con
estos seres, una y otra vez.
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