Danilo Rayo es, para mí, uno de los mejores escritores nicaragüenses de esta generación y estoy seguro de no estar pecando de exagerado.
Este enigmático caballero de porte rubendariano es un narrador completo que sabe crear atmósferas, enganchar con personajes complejos y crear giros inesperados con una maestría inigualable.
Este enigmático caballero de porte rubendariano es un narrador completo que sabe crear atmósferas, enganchar con personajes complejos y crear giros inesperados con una maestría inigualable.
Sin embargo, ¿quién es este hombre del que te hablo? ¿Cuántos libros ha sacado? ¿Qué editorial lo respalda?
Lamentablemente no podrás leer sus libros aún.
Rayo es un genio discreto, demasiado discreto a mi parecer.
Hasta ahora no tenemos el placer de tener sus obras en físico, no vemos su nombre en las vitrinas de las librerías, ni se habla de él en el Olimpo Literario.
¿Quita eso que sea un buen escritor? ¡Para nada! Hasta deberías de agradecer que puedes leer sus cuentos sin tener que llenarle los bolsillos a una editorial... De hecho, si deseas leerlo y compartir mi entusiasmo sólo tienes que dar un hermoso click AQUÍ
LAS LETRAS OSCURAS
Como Poe, como Lovecraft, como Stephen King y otros maestros, Danilo Rayo se ha sentido seducido por el género del horror.
Sus cuentos te llevan a un mundo en el que las peores pesadillas pueden convertirse en una realidad palpable.
¿Es algo raro eso? No, al menos no para los nicaragüenses.
En nuestro país tenemos una herencia cultural que nos conecta, sin quererlo, con el mundo de las sombras. Nuestras fábulas y leyendas están pobladas de seres terribles que le acelerarían el corazón al más valiente. Desde muy niños sabemos que no es buena idea hurgar en lo desconocido y que las tinieblas silenciosas están habitadas por seres poco amables: Las traviesos duendes, los ruidosos Micos, la tétrica Carreta Nagua, los susurrantes pasos del Cadejo y la risa febril de las infernales Ceguas.
En nuestro país tenemos una herencia cultural que nos conecta, sin quererlo, con el mundo de las sombras. Nuestras fábulas y leyendas están pobladas de seres terribles que le acelerarían el corazón al más valiente. Desde muy niños sabemos que no es buena idea hurgar en lo desconocido y que las tinieblas silenciosas están habitadas por seres poco amables: Las traviesos duendes, los ruidosos Micos, la tétrica Carreta Nagua, los susurrantes pasos del Cadejo y la risa febril de las infernales Ceguas.
Danilo ha tomado esos elementos autóctonos y los ha incorporado a su escritura sin caer en las garras del criollismo.
Su prosa es fácil de leer, el lenguaje es límpido y el ritmo está muy bien llevado; sin embargo, sin darte cuenta, poco a poco, va generando en ti una atmósfera de temor. No sólo te va mostrando un mundo, sino que te introduce en él hasta que te lleva a un clímax que te dejará pensando al terminar el cuento.
CARACTERÍSTICAS DE ESTILO
Ya menciona la prosa fácil y el buen ritmo de los cuentos de Danilo, pero me gustaría agregar otros puntos. Uno de ellos es el perfecto dominio del diálogo.
Mucho me sucede que no me creo los diálogos de grandes autores consagrados. Realmente, mientras leo, no siento estar viendo a dos personas reales conversando. Me pasó, sobre todo, con Julia Navarro y su "Biblia de Barro", una novela repleta de diálogos que nunca funcionan del todo.
Danilo crea personajes con personalidad -que no es algo tan sencillo de hacer- y los deja hablar para que ellos construyan el cuento y nos hagan saber lo que está pasando:
" — ¿A qué te dedicas? —le preguntó mientras se sentaba a su lado en el autobús.
— ¿Disculpa? —le dijo, tratando de componer el semblante.
— ¿A qué te dedicas?
— ¿Así es como inicias una conversación?
— Sí ¿Algún problema?
— No, ninguno. Simplemente me parece extraño que un hombre me pregunte eso así, sin más ni más"
(Danilo Rayo, Brisa).
En este breve trozo de diálogo nada es forzado, nada es antinatural. Es una plática que podría darse en cualquier autobus, entre el tipo listillo que quiere coquetear y una mujer desprevenida.
Claro, a medida que se desarrolla el cuento uno descubre que hay mucho más de lo que se mira a simple vista, pero Danilo se va tomando su tiempo para mostrarlo.
Otro elemento que destaco en Danilo es su gran dominio del relato en primera persona. Por supuesto, él es un narrador estupendo en tercera persona, pero cuando cuenta la historia desde el Yo se vuelve todo un maestro.
Dominando el monólogo interior nos introduce en breves pinceladas toda la psicología de su personaje:
"Yo era una chica solitaria y, después de haber perdido la atención de mis padres, en mi mundo solo había espacio para unos pocos placeres: la música y mis caminatas. Disfrutaba caminar los sábados por la tarde para sentir el aire fresco de esa inolvidable campiña llena de colinas y bosques de abedules. Mientras caminaba, protegido mi cuerpo con una chaqueta de cuero negro, me colocaba los audífonos blancos del reproductor y me encerraba en un mundo de lamentos al ritmo de Era y Anathema"
(Danilo Rayo, Overtoun).
Otra característica imperdible de Rayo son sus finales. Como un buen mago siempre tiene un truco bajo la manga y hacia la conclusión del relato un giro inesperado sacude al lector.
Es un genio haciendo eso como alguna vez lo fue el gran
M. Night Shyamalan cuyas películas siempre contaban con una vuelta de tuerca insospechada. Más de una vez he releído un relato de Danilo para entender la facilidad con la que me engañó.
En resumen, Rayo es:
¿Necesitas más para leerlo?
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EL ATERRADOR HOSPITAL ABANDONADO "SAN JUAN DE DIOS"
Danilo crea personajes con personalidad -que no es algo tan sencillo de hacer- y los deja hablar para que ellos construyan el cuento y nos hagan saber lo que está pasando:
" — ¿A qué te dedicas? —le preguntó mientras se sentaba a su lado en el autobús.
— ¿Disculpa? —le dijo, tratando de componer el semblante.
— ¿A qué te dedicas?
— ¿Así es como inicias una conversación?
— Sí ¿Algún problema?
— No, ninguno. Simplemente me parece extraño que un hombre me pregunte eso así, sin más ni más"
(Danilo Rayo, Brisa).
En este breve trozo de diálogo nada es forzado, nada es antinatural. Es una plática que podría darse en cualquier autobus, entre el tipo listillo que quiere coquetear y una mujer desprevenida.
Claro, a medida que se desarrolla el cuento uno descubre que hay mucho más de lo que se mira a simple vista, pero Danilo se va tomando su tiempo para mostrarlo.
Otro elemento que destaco en Danilo es su gran dominio del relato en primera persona. Por supuesto, él es un narrador estupendo en tercera persona, pero cuando cuenta la historia desde el Yo se vuelve todo un maestro.
Dominando el monólogo interior nos introduce en breves pinceladas toda la psicología de su personaje:
"Yo era una chica solitaria y, después de haber perdido la atención de mis padres, en mi mundo solo había espacio para unos pocos placeres: la música y mis caminatas. Disfrutaba caminar los sábados por la tarde para sentir el aire fresco de esa inolvidable campiña llena de colinas y bosques de abedules. Mientras caminaba, protegido mi cuerpo con una chaqueta de cuero negro, me colocaba los audífonos blancos del reproductor y me encerraba en un mundo de lamentos al ritmo de Era y Anathema"
(Danilo Rayo, Overtoun).
Otra característica imperdible de Rayo son sus finales. Como un buen mago siempre tiene un truco bajo la manga y hacia la conclusión del relato un giro inesperado sacude al lector.
Es un genio haciendo eso como alguna vez lo fue el gran
M. Night Shyamalan cuyas películas siempre contaban con una vuelta de tuerca insospechada. Más de una vez he releído un relato de Danilo para entender la facilidad con la que me engañó.
En resumen, Rayo es:
- Un escritor moderno con una prosa fácil de leer.
- Un narrador de relatos de terror capaz de crear atmósferas lúgubres.
- Un creador de diálogos naturales.
- Un experto en el monólogo interior.
- Un arquitecto de finales redondos.
¿Necesitas más para leerlo?
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Excelente, y además de eso un buen hijo, padre amigo muchas bendiciones Danilo
ResponderEliminarDanilo es un ser admirable y brillante. La influencia de sus padres es evidente, que aún imperfectos, le otorgaron lo mejor de sí, el dominó de la pluma.
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