Por
Julia Nayency Aráuz R. *
Tenía un mes ya con una sensación que me oprimía el pecho. Algo no andaba bien. Comencé a sentir un dolor precordial, y aunque ya sabía que era por
estar preocupada, no quería aceptar la realidad: ¿Qué es lo que pasó?, ¿Faltó
algo a mí? ¿Di demasiado o di poco? ¿Cómo puedo resolver las cosas? ¿Puedo salvar
algo de esto? ¿Estará él dispuesto?
Cada amanecer que compartía a su lado era diferente y las
noches no digamos, se habían vuelto tétricas, cada uno a su lado de la cama,
los besos en mi espalda cada vez eran menos constantes, su mirada para conmigo
ya había cambiado, su celular comenzó a tener contraseña y cuando hacíamos el
amor comenzaba a sonar insistentemente y él ya no podía concentrarse, solo me
miraba a los ojos.
Ahora entiendo que tal vez quiso decirme algo ese día. Los
mensajes de buenos días, buenas noches, las llamadas, las buscaba por la mañana
tras despertarme y nada. Todo lo que ya no había, eran como puñaladas para mí.
Comencé a aceptar las cosas y decidí preguntarle que era lo
que estaba pasando entre nosotros, sin embargo, no me atreví hacer la pregunta
que toda mujer se hace en algo así: ¿Existe otra?
Me faltó el valor, es más no
quise mirarle a la cara por temor a que me dijera que había otra mujer en su
vida.
Él me dijo que no sucedía nada, me tomó entre sus brazos y
me besó la frente, no obstante, seguí con ese malestar en mi pecho. Ya las
cosas eran diferentes, aunque él no se atreviera a decirme la verdad.
Pasé semanas sumida en una tristeza profunda, no comía, no
me bañaba, es más me olvidé de mi higiene corporal, trataba de convencerme a si
misma de que no sucedía nada, pero no pude. Las lágrimas inundaron mi almohada,
ni siquiera sabía la hora.
Uno de esos días me levanté, la sabana que había
colocado sobre el espejo se cayó y fue cuando miré una imagen de una tez pálida
y demacrada, enormes ojeras, la mirada más triste, unos labios partidos y el
cabello hecho nudo. Me dije así misma: "no puedes seguir así, debes de aceptar
las cosas, aprender a volar por ti misma". Es hora de descubrir la verdad y
darle vuelta a la página.
Así que decidí hacer algo trascendental, estaba decidida a
saber la verdad, aunque me doliera.
Lo seguí a todas partes ese día, fue al banco por la mañana,
luego a ver un cliente a la hora del almuerzo se supone iría a casa, pero
decidió quedarse en el trabajo cosa que era extraña, Me instalé en el otro
edificio frente a su oficina y en efecto con él estaba una mujer de cabello
rubio, usaba lentes, era alta y muy hermosa debo de reconocer. Me percaté que
la persona que estaba con él, era mi amiga.
Lo siguiente que vi, fueron sus labios cerca de los de él.
Se besaron y ella se sentó en sus piernas, comenzaron hacer el amor con ropa,
en plena oficina, aprovechando que todos se habían retirado a almorzar. Yo
estaba observando el suceso, de repente una lágrima rodó en mi mejilla, quise
ir a tomarla del cabello y reclamar. Pero me faltaron fuerzas y valor. Solo
sentía mi mundo caer.
Entonces decidí levantarme del lugar donde estaba y me fui.
A la mañana siguiente me desperté temprano, me bañé, fui a mi ropero y busqué
la ropa que se adaptaba mejor a mi cuerpo, y me fui a consentir. Pedicura,
manicura, ropa nueva, zapatos, un estilo nuevo en mi cabello.
Me fui a trabajar, ya mis vacaciones se habían
agotado, sentí nervios de volverlo a ver, pero ya todo era diferente. Ya no
vivía para él, ahora solo vivía para mí, recuerdo que me saludó en la mañana,
me dijo "Hola amor", yo solo me sonreí y no contesté.
Después fui al escritorio de mi amiga, y le llevé un
obsequio, dentro había una foto de mi ex, y decía, gracias por el peso que me
has quitado, sin duda eres mi mejor amiga, te has quedado con lo que a mí no me
servía y solo me restaba brillo.
Comprendí que yo cometí el error de vivir para él, me olvidé
poco a poco de mí, me alejé de mis verdaderos amigos y comencé a dedicar todo
mi tiempo para atenderlo a él, me olvidé de mis salidas, solo para estar con
él. Cuando me llamaba yo corría a sus brazos, pero eso no debió ser así.
Lo que más me sorprende es que ahora me busca nuevamente, me
envía textos todos los días por las mañanas y noches, me pregunta si ya he
almorzado. Ya no lo he visto con mi ex amiga, y tampoco lo he vuelto a ver en
mis sueños.
Mujer no dejes de vivir tu vida por alguien, debes dedicarte
tiempo, quererte, aceptarte, valorarte, si tú no lo haces, nadie más lo hará.
No es egoísmo, es Autocuido. Las luciérnagas atraen por su
brillo.
JULIA ARÁUZ es una joven escritora nacida en la ciudad de Jinotega, Nicaragua. Ha colaborado en el Taller de Escritura Creativa - Matagalpa 2019.
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Muy bello
ResponderEliminarTan cierto, como que necesitamos el aire para respirar.
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