Hace poco mi amigo, Carlos, tuvo una pelea de bar. No sé porqué sucedió, pero en algún momento de la noche se encendió contra un tipo que tendría algunos kilos de músculos más que él y una década menos.
Eso, claro, hubiera hecho retroceder a alguien inteligente. Pero no a mi amigo que, envalentonado por el alcohol, se lanzó contra el mastodonte... ¡y recibió una paliza!
Eso, claro, hubiera hecho retroceder a alguien inteligente. Pero no a mi amigo que, envalentonado por el alcohol, se lanzó contra el mastodonte... ¡y recibió una paliza!
Unos días después, me enteré que Carlos, con sus cuarenta años y algunos kilos de sobrepeso, se inscribió en un dojo de karate, al que está empezando a acudir de forma muy disciplinada.
Algunos amigos han afirmado que terminarán de rematarlo en el dojo, que sus viejos huesos deben tronar cuando realiza un "oi-tzuki", que caerá desplomado en su primer kumité, y otras tantas bromas, pero yo no lo creo. Quizás Carlos tenga ya cuatro décadas encima, pero dudo que eso sea impedimento para comenzar a practicar artes marciales.
ENTRENAR ARTES MARCIALES A LOS 40, ¿PARA QUÉ?
Llegar a los cuarenta años puede ser impactante emocionalmente para algunas personas (para otras, sólo un simple número), pero dejando de lado lo subjetivo, lo cierto es que el cuerpo ya no volverá a ser el mismo.
A los cuarenta empezamos a perder dureza en los huesos y masa muscular, nuestros sentidos pierden su potencia (vista, audición, gusto), el metabolismo es más lento e, incluso, hay una mayor retención de líquidos.
Siendo así, ¿para qué practicar artes marciales a los 40?
Por la misma razón que las practicamos a cualquier edad: Las artes marciales son más que ejercicio, es una disciplina y un estilo de vida basado en la auto-superación. Aporta al cuerpo la actividad física que necesita, le da a la mente tranquilidad y hasta te enseña respeto hacia otros y a ti mismo. Además de que te da un sentido de logro (¡a poco no te sentiste extraordinario cuando tu puño rompió ese trozo de tabla por primera vez!)
Todos estos beneficios vienen de la práctica de un arte marcial a cualquier edad, desde un niño pequeño hasta un anciano, y ciertamente los cuarenta no son los veinte (de eso no hay duda), pero tampoco debemos considerar a un cuarentón como un abuelito desvalido.
Aún conserva una gran fuerza de su juventud, unido a la madurez de la experiencia.
Aún conserva una gran fuerza de su juventud, unido a la madurez de la experiencia.
ALGUNAS SUGERENCIAS PRÁCTICAS
Si estás decidido a comenzar a entrenar artes marciales a los cuarenta años, hay algunas cosas que quizás debas tomar en cuenta:
1-. EVITA ENTRENAMIENTOS CENTRADOS EN COMPETICIÓN: En algunas academias y dojos, los instructores están orientados en llevar a sus estudiantes a competencias. No querrás estar entrenando al lado de jovencitos cuya energía parece interminable... aun peor, no querrás servirles de sparring (un oponente para entrenamiento).
Mejor busca un dojo o academia centrado en artes marciales tradicionales. El entrenamiento también es intenso, pero tendrás oportunidad de seguir tu ritmo sin forzarte.
2-. BUSCA UNA DISCIPLINA PERFECTA PARA TI: Todas las artes marciales son maravillosas. El karate tradicional es muy bueno y es un entrenamiento fantástico para tu cuerpo, pero también hay artes marciales como Kung Fu, Aikido, incluso el Krav Maga, si estás interesado también en autodefensa, que pueden serte muy útiles.
Por lógica es mejor evitar estilos más dinámicos como el Capoeira, el Muay Thai o el Taekwondo, a menos que tengas un buen físico y una flexibilidad ya entrenada.
Otro aspecto que podría serte útil es entrenar en un gimnasio, en un curso de Tae Bo u otros de esos cursos que mezclan movimientos marciales con ejercicios aeróbicos. ¡Es más que claro que no es la misma vaina, pero podría serte útil para reactivar esos viejos huesos! Después de eso puedes evolucionar a un estilo marcial tradicional.
3-. TEN CLARA TUS METAS: No, por favor, no entrenes pensando en ganar una medalla olímpica, obtener el nivel de Bruce Lee o ser capaz de vencer a veinte hombres en un bar. ¡Creo que eso Carlos, mi amigo, ya lo entendió! Tus metas deben ir orientadas a ser la mejor versión de ser humano que puedas llegar a ser, vencerte a ti mismo, superar tus límites.
Quizás Carlos entró al dojo con la mala idea de darle una paliza a su rival, pero creo que eso ya lo olvidó. Ha bajado de peso. Se mira más erguido, joven y dinámico. Se le nota más seguro de sí mismo y menos estresado. Sonríe más y ahora visita los bares con mucha menos frecuencia.
Supe que intenta hacer una patada voladora especial y con la ayuda de su Sensei ha hecho grandes progresos en eso.
No dudo que lo logrará, así como tampoco lo dudo de cualquiera que desee empezar el camino de las artes marciales sin importar su edad.
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