El toro negro sabe que está en un combate y que el hombre de rasgos asiáticos, pero prominentes músculos, que tiene enfrente, es su rival.
Tratando de intimidarlo, rasca la tierra con su pata, lanza un bufido y sacude la cabeza mostrándole los cuernos, pero hay algo extraño en este hombre.
No es que tenga algo, sino que le falta algo: Miedo.
El hombre no retrocede, ni se intimida, lo contempla con la mirada atenta y el torso descubierto ante el sol frío de aquella mañana en Japón.
El toro decide ya no perder el tiempo. Se lanza contra el extraño que luce inmóvil. El toro apunta sus cuernos y acelera la embestida, pero justo antes de alcanzarlo, el hombre se esfuma. La bestia embiste al aire y mira hacia todos lados, desconcertada.
De pronto, siente un brazo de hierro que rodea su cuello y una mano de concreto se aferra a su cuerno. Una fuerza imposible comienza a asfixiarlo, mientras que un tirón lo hace estrellarse contra el suelo.
Ya no hay nada qué hacer. El hombre ha ganado.
Un hombre llamado Mas Oyama.
¿QUIÉN FUE MAS OYAMA?
Ōyama Masutatsu , más conocido como Mas Oyama, fue un
maestro de Karate de origen coreano, y fundador del estilo Kyokushinkai.
A los nueve años, Oyama es enviado a la granja de su hermana, debido a las peleas constantes con su padre alcohólico y abusivo. Ahí conocería a un militar retirado que fácilmente derrotaría a un enorme campesino de la región, usando un estilo parecido al Wu Shu.
Encantado, Oyama le pidió al desconocido que le enseñara a combatir, pero éste no estaba de ánimos de entrenar a un mocoso. Así que le puso una prueba que le hiciera desistir de su necio empeño. Le dijo que golpeara un tronco mil veces y que si lo hacía, lo entrenaría.
Dicho esto, el viejo guerrero se ocultó para ver al mocoso fallar y rendirse, pero el chiquillo tenía una voluntad de hierro y cumplió su misión.
Así fue como comenzó su entrenamiento en las artes marciales chinas.
Con los años, Oyama viaja a Japón y comienza a estudiar karate al estilo Gojo Ryu, bajo la dirección del sensei coreano So Nei Chu quien le sugeriría al joven guerrero que buscara su propio camino en las artes marciales, retirándose a las montañas por tres años.
Sin pensarlo mucho, Oyama y un estudiante, fueron a las montañas a entrenar. Resistir horas bajo una cascada helada, romper piedras de ríos con la mano, golpear troncos, saltar sobre arbustos y practicar técnicas doce horas diarias con una dieta escasa, era parte de la nueva rutina. El pobre estudiante se pensó mejor las cosas y, al cabo de seis meses, se fugó del entrenamiento escapándose de noche. Oyama, por orden de su sensei, continuó entrenando hasta que la persona que le regalaba víveres dijo que ya no podría hacerlo más.
Su entrenamiento proyectado para terminar en tres años al final sólo duró catorce meses, pero de ahí Oyama salió convertido en un maestro.
ASESINO DE TOROS Y GUERRERO INVENCIBLE
Luego de vencer en un torneo de karate y retornar a las montañas por otros dieciocho meses, alrededor del año 1950, Oyama empieza a realizar exhibiciones en las que se enfrentaba con toros, asesinando a casi 50 de estos animales. Algunos de ellos con un sólo golpe directo hacia el cráneo.
Esto continuó hasta 1957, cuando casi pierde la vida en una exhibición en México. Los hermanos mexicanos no fueron conscientes de que los toros de lidia en América Latina son una monstruosidad comparados con los pequeños y menos agresivos toros japoneses.
Oyama se topó con un animal mucho más grande de los que había enfrentado con anterioridad y no pudo evitar ser embestido y corneado.
La herida fue casi fatal, pero su fortaleza física lo hizo recuperarse totalmente, en un tiempo muy corto.
Por otro lado, en Estados Unidos, el gran maestro recibió desafíos de otros guerreros y los aceptó todos. Enfrentó a 270 peleadores de diversos estilos y les ganó a todos en combates que nunca superaban los tres minutos. Los gringos le llamaron "godhand" (la mano de Dios) por su capacidad de vencer de un simple puñetazo.
Para los años 60, la escuela de Oyama era una de las más populares, aunque con un entrenamiento intenso que provocaba constantes deserciones de los estudiantes que no podían soportar la dureza de los ejercicios.
En ese contexto, un ladrón confundido y con muy mala suerte, trató de asaltar al sensei y resultó muerto cuando éste lo atacó con un "Uraken" a la cara. Oyama fue condenado por Homicidio Involuntario y pasó algún tiempo preso. Al salir de la cárcel, prohibió a sus estudiantes el uso del Uraken hacia la cabeza en combate, aún estando con guantes y vendas.
FILOSOFÍA DE MAS OYAMA EN 5 FRASES:
1-. El camino de las Artes marciales se centra en la postura.
Esfuércese por mantener siempre la postura correcta.
2-. Perseguir el camino de las Artes Marciales es como escalar
un precipicio - continúe hacia arriba sin descanso. Demanda una absoluta y
firme devoción a la tarea emprendida.
3-. El camino en las Artes Marciales comienza y termina con
cortesía. Por lo tanto sea siempre propiamente y genuinamente cortés.
4-. Ganar con un simple golpe, al cual dirigir toda tu energía,
es lo que más importa.
5-. Uno debe tratar, cada día, de expandir los límites
personales.
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