DAFNE: LA BELLA QUE NO AMÓ

 


Dafne representa el amor y el rechazo. Demuestra que uno puede amar a alguien con todo el corazón y que a la vez esa persona no te ame. Sin embargo, también demuestra que el amor no se puede forzar. Cuando se intenta, el desastre es simplemente inevitable.

Dafne, cuyo nombre significa "laurel" en griego, era una dríada hija del dios río Peneo y de la ninfa Creúsa. Era venerada por su inmaculada belleza y su devoción a la castidad. Por ello, Dafne se convirtió en un símbolo de la libertad femenina, pues esta rechazaba las atenciones de los hombres y prefería la compañía de su madre y la caza en los bosques, imitando a Artemisa, la diosa de la caza y la virginidad.

 

NINFAS Y DRÍADAS

Quizás convenga, antes de continuar, que sepamos que son las ninfas y dríadas para los inexpertos que se hayan colado a esta publicación.

Las ninfas eran deidades menores que protegían la Naturaleza y que estaban asociadas a los ríos, a los lagos, a los bosques, las montañas y al infinito misterio del amor y del deseo. Se las representa generalmente como jóvenes bellas, extremadamente bellas, con una conexión profunda con el entorno natural que habitan. Aunque no eran inmortales en todos los casos, algunas ninfas podían vivir mucho tiempo y desempeñaban roles importantes en diversos mitos y leyendas.

Uno de los cuentos más hermosos de Rubén Darío precisamente se llama La Ninfa, y uno de sus poemas más hermosos, Palimpsesto, habla de una leyenda acerca de las ninfas también.

Ok, pero ¿qué son las dríadas?

Las dríadas son una clase especial de ninfas o hadas que están ligadas a los árboles, especialmente a los hermosos robles. Se creía que cada árbol tenía su propia dríade, que nacía y moría con el árbol al que estaba vinculada. Estas ninfas eran consideradas protectoras de los bosques y se representaban como doncellas vestidas con túnicas de hojas o cortezas de árboles

 

EL AMOR Y EL DESAMOR

Volviendo a Dafne, las desgracias de su vida comenzaron con las malas bromas de los dioses. Un buen día (o malo, según se mire) Apolo, dios del sol, la música y la poesía, se burló de Eros (Cupido) por su habilidad con el arco. Malo para aceptar burlas, el enojado Eros disparó dos flechas: una de oro que incitaba el amor y otra de plomo que sembraba el rechazo. La flecha de oro alcanzó a Apolo, mientras que la de plomo hirió a Dafne. Como resultado, Apolo se enamoró perdidamente de Dafne, pero ella lo rechazó con firmeza.

Así comenzó el acoso del dios hacia la pobre ninfa.

Apolo, cegado por su amor o su deseo, persiguió a Dafne incansablemente. Ella trató de huir, pero no logró hacerlo por demasiado tiempo. Cuando ella se vio acorralada, imploró a su padre, el dios Peneo, que la liberara.

En respuesta a su súplica, al buen Peneo no se le ocurrió un mejor plan que transformarla en un laurel, un árbol cuyas hojas siempre verdes simbolizan la eternidad.

Apolo, al alcanzar a Dafne, abrazó el árbol y prometió que sus hojas serían utilizadas para coronar a los vencedores, consagrando así el laurel como símbolo de gloria y victoria.

 

DAFNE EN LAS ARTES

El mito de Dafne ha sido una fuente inagotable de inspiración artística. Una de las representaciones más célebres es la escultura Apolo y Dafne de Gian Lorenzo Bernini, realizada entre 1622 y 1625. Esta obra maestra del barroco captura el momento exacto en que Dafne se transforma en árbol, mostrando el dinamismo y la emoción del instante. La escultura se encuentra en la Galería Borghese de Roma y es considerada una de las obras más destacadas del arte occidental.

Igualmente, el mito también ha influido en la música clásica. Richard Strauss compuso la ópera Dafne en 1938, que aborda la historia desde una perspectiva lírica y emocional. La obra destaca por su tratamiento musical de la transformación de Dafne, utilizando la orquestación para representar su metamorfosis en laurel.

 

DAFNE: EL AMOR NO CORRESPONDIDO

El mito de Dafne y Apolo aborda temas universales como el amor no correspondido, la libertad personal y la transformación. La figura del laurel, consagrado por Apolo, perdura como símbolo de honor y éxito, lo cual es una extraña ironía, pues el laurel es el fracaso del amor de Apolo, el fracaso de Peneo en salvar a su hija y la desgracia de una ninfa inocente que no merecía su destino.

¿Cuántas Dafnes existen hoy en día? ¿Cuántas jóvenes inocentes son forzadas a huir o someterse por alguien que no puede aceptar un rechazo? ¿Cuántas de ellas se resignan a cosificarse?

Ojalá podamos construir un mundo en el que Dafne abandonar su prisión de madera eterna.

 

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