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LA CACERÍA (Final)

Ariel Escorcia detuvo el vehículo en medio de la carretera y se volvió hacia la bella mujer que fingía dormir en el asiento del copiloto. Su largo cabello negro caía sobre su hombro haciendo un contraste con la piel blanca de su rostro, su cuello y su amplio escote. Sin duda, era atractiva. Tenía las facciones de una modelo de revista, buen gusto en su forma de vestir y un maquillaje perfecto. Lo único que desentonaba en ella eran las esposas de metal plateado que Ariel había puesto sobre sus muñecas. −¿Dónde está? −dijo Ariel. La mujer fingió despertar y verlo a la cara con un gesto de sorpresa. −Oficial, no sé de qué está hablando −le dijo−. Usted me arrestó ilegalmente, sin orden de captura, y yo creo… −¡Silencio! −rugió Ariel, mostrando los dientes−. Dejémonos de mentiras, señorita Jaritza Torrez… Los dos sabemos que usted es la “Cazadora de Copacabana” y que tiene secuestrada a la detective Gema Rodríguez. Jaritza sonrió. −¿Y

LA CACERÍA (Partes 1 y 2)

LA CACERÍA 1 Santiago era un psicópata. Nadie lo sabía mejor que él. Desde niño, se había ejercitado en el siniestro arte de quitar vidas destripando los gatos del vecindario y practicando torturas horrorosas en los pajarillos que lograba capturar. Al llegar a la edad adulta, había decidido hacer el paso definitivo hacia su destino de monstruo perfecto, y empezó a asesinar mujeres a las que mataba de maneras aterradoras pero exquisitas. Pronto, todos los noticieros del país le empezaron a llamar “El Cazador de Copacabana”. Seudónimo que siempre consideró elegante y honroso para un buen psicópata como él. Probablemente se hubiera sentido feliz con el reconocimiento público de no ser porque otro asesino empezó a invadir su territorio. Las muertes del novato eran achacadas al “Cazador de Copacabana”, pero él sabía que nada tenía que ver con él. La diferencia más notable era que el otro “Cazador” mataba hombres, cosa que él consideraba de muy mal gusto. Sin embargo, de

EN UN ABANICO (Manuel Gutierrez Nájera) POEMA Y COMENTARIO

Manuel Gutierrez Nájera (1856 - 1895) fue un poeta, escritor y cirujano mexicano que ha sido reconocido como iniciador del modernismo literario en México y uno de los antecedentes de este movimiento artístico en toda Latinoamérica. El poema "En un abanico" con toda seguridad hace referencia a cierta costumbre en el que los poetas dejaban pequeños textos en verso en los abanicos o álbumes de sus amigas y conocidas.  Muchos bellos poemas de grandes maestros de la literatura fueron preservados de esta manera, aunque algunos se perdieron cuando las gentiles musas a las que fueron dedicados no los valoraban lo suficiente y los dejaban extraviarse o deteriorarse. En esta pequeña composición de versos octosílabos (de ocho sílabas) y dos estrofas cuartetas (estrofas de cuatro verso), el poeta habla de que los versos quedarán atrapados en el abanico, pero siempre estarán anhelando los labios de su dueña, como probablemente lo hacía el propio poeta. Dice así: Pob

EL MISTERIO DE LA SENSUALIDAD: ¿SE PUEDE APRENDER A SER SENSUAL?

Sensualidad... Una palabra que solemos escuchar mucho, incluso usar con cierta frecuencia, pero que puede ponernos en verdaderos problemas si nos piden definirla. Obviamente todos sabemos lo que es una persona sensual, una imagen o un poema sensual. Todos tenemos una idea mental acerca de esto (incluso identificándolo con cierta persona). Con todo, puede ser problemático definir la sensualidad. ¿QUÉ ES LA SENSUALIDAD? Leí por ahí que "sensualidad" es la condición de aquello que es sensual, lo cual no quiere decir nada y no aclara nada.  Mejor definición es decir que Sensualidad (término derivado del latín " sensualitas ") es una serie de cualidades, vinculadas a los sentidos, que favorecen el deseo sexual. En el caso de una persona es aquella que tiene cualidades (como personalidad y apariencia física) que despierten el deseo sexual en otros individuos. ¿UNA ÚNICA SENSUALIDAD? El problema que se presenta acá es que la atracción sexual es subjetiva. 

POEMA 13 DE PABLO NERUDA (Poema y comentario)

El Poema 13 apareció en el libro "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", escrito por Pablo Neruda, en 1924, cuando apenas tenía diecinueve años de edad. Es uno de los poemas más conocidos de la literatura latinoamericana (quizás, sólo superado por la perfección del poema 20). En este poema de métrica y rima libre, el yo lírico comienza hablando desde el erotismo, luego desde un romanticismo tierno y acaba evolucionando en lo que parece ser una queja de desengaño que hace que el corazón del poeta se cierre como una flor nocturna. Dice así: He ido marcando con cruces de fuego el atlas blanco de tu cuerpo. Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose. En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta. Historias que contarte a la orilla del crepúsculo, muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste. Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre. El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal. Yo que viví en un puerto desde donde te amaba. La