Hoy ya no hay nada de ella. El tiempo, y el odio de los que la temían, fueron destrozándola hasta dejar sólo un montón de rocas rodeadas de maleza. Antes de eso, cuando fue construida en 1890 por inmigrantes italianos, era una mansión soberbia y elegante que extrañamente no fue habitada en casi cuarenta años. Cuando finalmente alguien se animó a vivir ahí, el señor Raymond Ponds, embajador de Francia, se convertiría en una de las primeras personas en experimentar la violenta presencia de seres del Más Allá. EL HUÉSPED INDESEADO Todo parecía indicar que el diplomático extranjero tenía un huésped indeseado en su lujosa casa (o quizás el huésped indeseado fuera él). La casa entera despedía un aura de tristeza y un hálito de inquietud que era fácilmente percibido por sus inquilinos. Sin embargo, el racionalista Ponds no le dio importancia hasta la noche en que una mano invisible descargó sobre su rostro una violenta bofetada. Como si eso fuera poco, la fami
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