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CUATRO MANERAS DE USAR LOS DIÁLOGOS EN UNA NARRACIÓN (CON EJEMPLOS)

Escribir diálogos fluidos y creíbles, que no rompan el ritmo de la narración, suele ser un gran reto para los escritores novatos. La manera de superar esas dificultades es la misma de siempre: ¡Leer como loco y practicar como poseso! No obstante, nunca está de más recibir un par de consejos de alguien que ya haya pasado por ese mismo purgatorio. Déjame mostrarte algunas maneras en las que puedes usar el diálogo en tu narración. 1—. EL DIÁLOGO COMO REMATE. Este tipo de diálogo es muy útil para pincelar lo que está sucediendo sin detener el ritmo de la narración. ¿Cómo se hace? Generalmente, el autor está contándonos su historia y luego pone un trozo de conversación que sirva como remate a lo dicho antes. Gabriel García Márquez lo usa mucho.  Déjame mostrarte cómo: “Don Apolinar Moscote tuvo dificultades para identificar aquel conspirador de botas altas y fusil terciado a la espalda con quien había jugado dominó hasta las nueve de la noche. —Esto es

ENTREVISTA CON EL MAGO: UNA BREVE CHARLA CON EL ESCRITOR DANILO RAYO

Danilo Rayo es un caballero con porte rubendariano, cuyo cuerpo vive en Ginebra, aunque su corazón no se ha marchado de la bella ciudad de Estelí... ¡Es, además, uno de los mejores narradores nuevos de Nicaragua! Ya he escrito algo sobre él con anterioridad, pero en esta ocasión tengo el honor de presentarles una breve entrevista que le hice, para que sean sus propias palabras las que definan a este grandioso escritor. Al concluir, no olvides darte una vuelta por el artículo que hice acerca de sus obras (encontrarás un link al final de este post), así como de ir a disfrutar algunos de los estupendos relatos que Danilo ha obsequiado en su blog personal. Helo aquí: RB: Cuéntame, ¿cómo es Danilo Rayo? Soy un soñador y una persona que no se complica. Me gustan las cosas simples que dan grandes satisfacciones. Adoro el café y los libros, escribir y leer por igual. Me encantan los sábados por la mañana y me asustan los domingos por la noche. Mi familia lo es todo

LA OTRA ROSA (Relato)

“...la joven flor platónica, la ardiente y ciega rosa que no canto, la rosa inalcanzable” JORGE LUÍS BORGES “The past is the only dead thing that smells sweet” EDWARD THOMAS Siempre amé a Daucaris Rayo, pero nunca tuve el valor de confesarle mis sentimientos otoñales, mucho menos después que se casó con Abdul Mohhamed y se fue a vivir a una mansión decadente en algún lugar de Dubái. Durante años, no tuve más noticias de ella excepto que se había encargado de la empresa de su multimillonario esposo y tenía éxito en todas las bolsas financieras del mundo. Así que, a veces, el único consuelo para mi amor imposible era buscar su rostro de gitana en las fotografías de los periódicos, sólo para partirme el corazón con su belleza remota. Así pasaron cinco años, hasta que un día Abdul Mohhamed murió. Fue algo repentino: Un lunes cualquiera, después de haber comprado una vigésima cosa innecesaria, Abdul Mohhamed se atragantó con el caviar de su almuerzo y cayó sobre un pr

CONQUISTA EL MUNDO... RIENDO DE TI MISMO

Soy una persona que le gusta hacer reír a otros. A lo largo de mi tiempo como conferencista, he descubierto que no hay mejor manera de trabajar en equipo, generar confianza y mantener la actitud positiva, que en un ambiente que se ha limpiado con unas cuantas carcajadas. En mis charlas y clases universitarias suelo usar el humor para romper el hielo; además de que lo utilizo para mantener la atención de oyentes que de otra manera se pondrían a dormir. El problema es éste: ¿Qué hace reír a la gente? Yo no soy un cuenta chistes. No interrumpo una charla para decirles una anécdota divertida o imitar a algún comediante de moda. Nada de eso. Generalmente el humor viene del mismo tema que se esté tratando (¡y cuánto buen humor puede generarse de temas de salud mental!)...  Sin embargo, me he dado cuenta de algo poderoso: ¡No hay mejor chiste que el que uno hace de sí mismo! LAS CONSECUENCIAS DE REÍR DE TI MISMO Si eres conferencista, maestro, vendedor, incluso

EXORCISMO FALLIDO (Relato corto)

Aún recordaba el día en que aquel viejo sacerdote la llevó hasta su madre para decirle que el exorcismo había sido todo un éxito. Ella, por supuesto, trató de gritar; trató de decirles que seguía encerrada dentro de sí misma; trató de rogar que no cayeran en el engaño de aquel maldito intruso... Imposible. Agotada por el esfuerzo inútil, escuchó la risa del demonio Astaroth. −Cálmate, niña –le dijo-. ¡Vamos a estar un largo rato juntos! QUIZÁS TAMBIÉN TE INTERESE LEER: SORPRESAS (Relato corto) LA MUJER QUE ESPERABA EN LA LLUVIA

SORPRESAS (Relato corto)

Un lunes cualquiera, Juan abrió la puerta de su cuarto y se encontró en otro mundo. Quizás se coló en una brecha del espacio-tiempo, o tropezó con un portal experimental creado por agencias ultrasecretas, o simplemente cayó, sin querer, en la broma de un dios aburrido. Nunca lo supo. Lo único que logró saber con total certeza es que ya no estaba en su aburrida casa en su vecindario periférico, sino en un mundo donde bestias lovecraftnianas se paseaban, dando rugidos pavorosos, entre una niebla grisácea. Antes de caer devorado por una criatura sin forma, cerró los ojos y pensó en aquello de que la vida te da sorpresas...

NO TENGAS PRISA... (Relato)

-¿Cuánto tiempo tardaré en aprender a tocar la guitarra? –preguntó Eliza. -Depende de lo que consideres "aprender" –replicó Samurái, mientras regaba agua en el rosal-. Tocar mediocremente lleva mucho menos tiempo que tocar de forma excelente. -Está bien. Lo preguntaré de otro modo: ¿cuánto tiempo tardaré en tocar perfectamente? -Eso dependerá de ti –dijo Samurái. -Pero, ¿no puedes decirme cuánto tiempo? Samurái puso la regadera a un lado y se sentó frente a Eliza. -Déjame contarte una historia –dijo… “Hace mucho tiempo, en Japón, un gran maestro samurái recibió la visita de un joven. Era un chico de unos veinte años y de complexión fuerte. -Oh gran maestro –dijo el joven-. Te ruego que me permitas ser tu discípulo y aprender a tu lado a manejar la katana. -Muy bien –dijo el maestro-. Puedes ser mi discípulo. El joven se sintió muy feliz por la respuesta del maestro pero todavía tenía una duda en su corazón. -Oh maestro –dijo el joven-. Mi padre es mu